jueves, 26 de mayo de 2011

INSENSIBILIDAD A LA INDIGENCIA


AL FINAL ALGUNAS FOTOS DE ESTE TRISTE PANORAMA

Recuerdo que le preguntaron a Demóstenes, máximo orador de Grecia y de la antigüedad, qué podrían  hacer los hombres para parecerse más  a los  dioses .
Y  Demóstenes respondió:
HACER EL BIEN A TODAS HORAS.

La codicia y el poder de un buen número de personas que llamamos pocos ha llevado a muchos otros a la pobreza y la debilidad.

Somos un país profundamente católico y con un gran sentido de caridad pero no de corazón,  hacemos las cosas pensando en otras, hemos perdido la sensibilidad a la generosidad, a dar la mano al necesitado, a emprender tareas , que respondan con  tenacidad ante este flagelo cada vez mayor.

Sentimos dolor ante el sufrimiento ajeno y de momento damos dádivas materiales pero no disfrutamos haciendo el bien a otros, muy pocos dan desinteresadamente, esperan algo en pago.

Cada día fuera de casa, recorriendo la ciudad hacia nuestros  diarios destinos nos encontramos cuadros tan lamentables de hambre, de desnudez, de demencia y de vicio.

Solo queremos alimentar nuestro ego y nuestro propio bolsillo; cada vez los pobres de espíritu más ricos en posesiones materiales y los más ricos de corazón más pobres en necesidades, de otro modo, el rico más rico y el pobre más pobre.

Sería pretencioso e iluso que renunciemos a nuestras comodidades, menos aún, en un sistema como el que hay en nuestro país, donde el imperativo es la ley del menor esfuerzo, y su articulado:  La cultura del robo, del saqueo y de todo lo que beneficie intereses particulares y dejando de lado el bien común.


¿ Qué se puede esperar de un pueblo acostumbrado a ver actuar a sus líderes con injusticias,
   corrupción y atropellos a las instituciones que nos protegen ?











































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